Nota: esta es la actividad complementaria de la clase del 8 de Marzo. Recuerden que es para la próxima clase. Deben realizarla en el cuaderno. Obviamente no tienen que copiar lo que ya tenemos en el cuaderno. Felicidades a todos.
I.E. Concejo de Bello
I.E. Concejo de Bello
Ética y Valores
9º
Tema: El diálogo: principal
arma en la resolución de conflictos
Logro: Comprender las razones
que hacen fundamental el diálogo en la resolución de conflictos
EL ELEFANTE Y LOS SEIS SABIOS CIEGOS
Érase una vez seis hombres sabios que vivían en una
pequeña aldea. Los seis sabios eran ciegos. Un día alguien llevó un elefante a
la aldea. Los seis sabios buscaban la manera de saber cómo era un elefante, ya
que no lo podían ver. "Ya lo sé", dijo uno de ellos. "¡Palpémoslo!".
"Buena idea", dijeron los demás. "Ahora sabremos cómo es un
elefante". Así, los seis sabios fueron a "ver" al elefante. El
primero palpó una de las grandes orejas del elefante. La tocaba lentamente
hacia adelante y hacia atrás. "El elefante es como un gran abanico",
gritó el primer hombre. El segundo tanteó las patas del elefante. "Es como
un árbol", exclamó. "Ambos estáis equivocados", dijo el tercer
hombre. "El elefante es como una soga". Éste le había examinado la
cola. Justamente entonces el cuarto hombre que examinaba los finos colmillos,
habló: "El elefante es como una lanza". "No, no", gritó el
quinto hombre. "Él es como un alto muro", había estado palpando el
costado del elefante. El sexto hombre tenía cogida la trompa del elefante. "Estáis
todos equivocados", dijo. "El elefante es como una serpiente".
"No, no, como una soga".
"Serpiente".
"Un muro".
"Estáis equivocados".
"Estoy en lo cierto".
"Serpiente".
"Un muro".
"Estáis equivocados".
"Estoy en lo cierto".
Los seis hombres se ensalzaron en una
interminable discusión durante horas sin ponerse de acuerdo sobre cómo era el
elefante.
EL LEÓN AFÓNICO
Había una vez un león afónico. Era afónico desde siempre, porque nunca
había podido rugir, pero nadie en la sabana lo sabía. Como desde muy pequeño
había visto que no podía rugir, había aprendido a hablar sosegadamente con todo
el mundo y a escucharles, y convencerles de sus opiniones sin tener que lanzar
ni un rugido, ganándose el afecto y confianza de todos.
Pero un día, el león habló con un puerco tan bruto y cabezota, que no encontraba la forma de hacerle entrar en razón. Entonces, sintió tantas ganas de rugir, que al no poder hacerlo se sintió en desventaja. Así que dedicó unos meses a inventar una máquina de rugir que se activase sólo cuando él quisiera. Y poco después de tenerla terminada, volvió a aparecer por allí el puerco testarudo, y tanto sacó al león de sus casillas, que lanzó un rugido aterrador con su máquina de rugir.
Pero un día, el león habló con un puerco tan bruto y cabezota, que no encontraba la forma de hacerle entrar en razón. Entonces, sintió tantas ganas de rugir, que al no poder hacerlo se sintió en desventaja. Así que dedicó unos meses a inventar una máquina de rugir que se activase sólo cuando él quisiera. Y poco después de tenerla terminada, volvió a aparecer por allí el puerco testarudo, y tanto sacó al león de sus casillas, que lanzó un rugido aterrador con su máquina de rugir.
- ¡¡¡GRRRRROAUUUUUUUUUUUU!!!
Entonces, no sólo el puerco, sino todos los animales, se llevaron un susto terrible, y durante meses ninguno de ellos se atrevió a salir. El león quedó tan triste y solitario, que tuvo tiempo para darse cuenta de que no necesitaba rugir para que le hicieran caso ni para salirse con la suya, y que sin saberlo, su afonía le había llevado a ser buenísimo hablando y convenciendo a los demás. Así que poco a poco, a través de su tono amable y cordial, consiguió recuperar la confianza de todos los animales, y nunca más pensó en recurrir a sus rugidos ni a sus gritos.
Entonces, no sólo el puerco, sino todos los animales, se llevaron un susto terrible, y durante meses ninguno de ellos se atrevió a salir. El león quedó tan triste y solitario, que tuvo tiempo para darse cuenta de que no necesitaba rugir para que le hicieran caso ni para salirse con la suya, y que sin saberlo, su afonía le había llevado a ser buenísimo hablando y convenciendo a los demás. Así que poco a poco, a través de su tono amable y cordial, consiguió recuperar la confianza de todos los animales, y nunca más pensó en recurrir a sus rugidos ni a sus gritos.
Actividades
1.
Elabora una matriz como la siguiente
con las cuatro características principales que según usted puede tener un diálogo exitoso.
2.
Pon en la siguiente
pirámide, de mayor a menor, los elementos que considere que son los que causan
los conflictos. Empieza por la base.