jueves, 10 de marzo de 2016

Nota: esta es la actividad complementaria de la clase del 8 de Marzo. Recuerden que es para la próxima clase. Deben realizarla en el cuaderno. Obviamente no tienen que copiar lo que ya tenemos en el cuaderno. Felicidades a todos.  


I.E. Concejo de Bello
Ética y Valores 9º 
Tema: El diálogo: principal arma en la resolución de conflictos
Logro: Comprender las razones que hacen fundamental el diálogo en la resolución de conflictos

EL ELEFANTE Y LOS SEIS SABIOS CIEGOS

Érase una vez seis hombres sabios que vivían en una pequeña aldea. Los seis sabios eran ciegos. Un día alguien llevó un elefante a la aldea. Los seis sabios buscaban la manera de saber cómo era un elefante, ya que no lo podían ver. "Ya lo sé", dijo uno de ellos. "¡Palpémoslo!". "Buena idea", dijeron los demás. "Ahora sabremos cómo es un elefante". Así, los seis sabios fueron a "ver" al elefante. El primero palpó una de las grandes orejas del elefante. La tocaba lentamente hacia adelante y hacia atrás. "El elefante es como un gran abanico", gritó el primer hombre. El segundo tanteó las patas del elefante. "Es como un árbol", exclamó. "Ambos estáis equivocados", dijo el tercer hombre. "El elefante es como una soga". Éste le había examinado la cola. Justamente entonces el cuarto hombre que examinaba los finos colmillos, habló: "El elefante es como una lanza". "No, no", gritó el quinto hombre. "Él es como un alto muro", había estado palpando el costado del elefante. El sexto hombre tenía cogida la trompa del elefante. "Estáis todos equivocados", dijo. "El elefante es como una serpiente".
"No, no, como una soga".
"Serpiente".
"Un muro".
"Estáis equivocados".
"Estoy en lo cierto".

Los seis hombres se ensalzaron en una interminable discusión durante horas sin ponerse de acuerdo sobre cómo era el elefante.


EL LEÓN AFÓNICO
Había una vez un león afónico. Era afónico desde siempre, porque nunca había podido rugir, pero nadie en la sabana lo sabía. Como desde muy pequeño había visto que no podía rugir, había aprendido a hablar sosegadamente con todo el mundo y a escucharles, y convencerles de sus opiniones sin tener que lanzar ni un rugido, ganándose el afecto y confianza de todos.
Pero un día, el león habló con un puerco tan bruto y cabezota, que no encontraba la forma de hacerle entrar en razón. Entonces, sintió tantas ganas de rugir, que al no poder hacerlo se sintió en desventaja. Así que dedicó unos meses a inventar una máquina de rugir que se activase sólo cuando él quisiera. Y poco después de tenerla terminada, volvió a aparecer por allí el puerco testarudo, y tanto sacó al león de sus casillas, que lanzó un rugido aterrador con su máquina de rugir.

- ¡¡¡GRRRRROAUUUUUUUUUUUU!!!
Entonces, no sólo el puerco, sino todos los animales, se llevaron un susto terrible, y durante meses ninguno de ellos se atrevió a salir. El león quedó tan triste y solitario, que tuvo tiempo para darse cuenta de que no necesitaba rugir para que le hicieran caso ni para salirse con la suya, y que sin saberlo, su afonía le había llevado a ser buenísimo hablando y convenciendo a los demás. Así que poco a poco, a través de su tono amable y cordial, consiguió recuperar la confianza de todos los animales, y nunca más pensó en recurrir a sus rugidos ni a sus gritos.


Actividades
1.     Elabora una matriz como la siguiente con las cuatro características principales que según usted puede tener un diálogo exitoso.



2.     Pon en la siguiente pirámide, de mayor a menor, los elementos que considere que son los que causan los conflictos. Empieza por la base.


3. En otra pirámide como la anterior ubique, en orden de importancia (de abajo hacia arriba), los elementos claves para resolver los conflictos.